DIEZ POEMAS DE AMOR DE AGUILAR DE LA TORRE.
Copiado en computadora por Jesús Pérez Uruñuela, de un texto manuscrito del poeta Manuel Aguilar de la Torre, y difundida en este medio con autorización de la Coordinación Técnica de Coediciones del Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa de fecha 10 de junio de 2005 para publicarse con fines estrictamente de difusión y promoción, sin interés comercial.
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DOS CANCIONES PARA CARMEN
I
Quiero besar tu rostro y tus palabras,
recorrer tu cuerpo y habitar tu sueño;
abarcar, tu amor…
dibujar la línea de tu sonrisa clara,
tenerte libre y respirarte,
como al viento;
prender las letras de tu nombre en el sol
para llenar mi piel de ti,
diluirte en el agua que bebo
y, comulgar contigo
como anoche, Carmen, en el beso.
II
Tierra, aire, luna,
nuestros,
en nuestro encuentro…
y amor.
Que nadie diga nuestra edad.
Llevamos milenios, esperándonos.
Tenemos todos los surcos
y todas las rocas
y todos los caballos
y todas las semillas
en el prólogo.
Hoy, marzo, todavía
-abril de madrugada-
fecha del beso y de la risa,
de las manos enlazadas,
de la sangre en tormenta,
del suspiro y la cristalina lágrima,
de las voces en matrimonio de palabras
frente a nuestra efigies solitarias.
Media calle… planeta inhóspito,
cielo sin estrellas
y árboles con el vestido gris del polvo.
Una delgada, inaudible palabra…
Esbeltez en tu cuerpo,
mi pensamiento esbelto;
tus ojos en los míos a la distancia,
el grito de la entraña.
Hay que decirlo todo
y aprender a decirlo.
Arrancarse la piel
afinar la lengua y el oído,
y , confesar, que por sólo mirarnos,
ha valido la pena,
haber nacido.
DEL AMOR EN “LA CALLE DE LOS PEATONES TRISTES”
Las cosas se bañan hoy de risa…
hasta los lánguidos faroles
y los viejos zapatos
que besan las aceras
porque viniste ayer…
La mujer morena
-isla triste,
escarcha en las tinieblas-
anida en las tela de manta
y llora sobre sus senos.
Ha dicho que no canta;
una vez tuvo miedo de besar;
con lacre cerró sus labios.
Yo no corro
por los presagios oscuros
de mis manos,
ahora las miro tranquilo:
¡están tan pálidas…!
Hay luz en tu cabeza,
también en la neblina…
Blancas son las piernas en el agua
-lirios para la nube,
cretas para las haldas de las charcas-
Amor,
la luna también habla.
Las cosas de la calle
las siento extrañas…
Ya las demás mujeres
han perdido sus gracias
y lloran junto a las fuentes
lágrimas congeladas.
Se han detenido bajo las suelas grises
cien pequeños soles
-amores de butacas de teatro-
se aferran al cristal de una mirada.
Amor,
una cerilla blanca se ha consumido toda
y creo haber tenido toda tu alma.
Ya las demás mujeres
parecen tan abstractas
todas signos iguales: silogismos en bárbara,
acuarelas de campo,
deducciones de álgebra,
y todas se han soltado
los cabellos al viento.
-grácil tormenta mágica-
Tienes luz en las sienes
y nada de común
con las cosas abstractas
¡y eras tan alguien
con tus cabellos rojos
que parecen un grito…!
Se opaca
el rincón viscoso de la sátira
y brillan a la luna
las caras mustias
de las azoteas claras.
El pavimento es un espejo, ahora;
detrás,
las casas blancas
abren al viento sus entrañas.
Se advierte el corazón
-sangre en la danza-
palpitar en el patio.
En las ventanas
asoman sus muselinas
las cortinas albas.
Amor…
¡Cuánta locura en un pedacito de esperanza:
las cosas se bañan hoy de risa,
los pasos son ágiles,
la noche… : la noche es blanca…!
TE AMO
Te amo por tus cabellos:
sierpes de sol y raso,
címbalos de la luz
arpas de miel al tacto;
¿o por tus brazos azules
aéreos como los pájaros?
Fue de noche cuando abriste la puerta
y tus pasos vinieron con mis pasos
noche también,
cuando llenaste de color
el viaje solitario.
Caminamos despacio.
Los árboles hablaban
en murmullos fantásticos,
las estrellas parecían
pequeños manantiales claros;
en el silencio, apenas,
el roce de las manos
y el rumor del césped
herido por los pasos.
Te amo por tu epidermis luz
¿acaso por tus ojos
que brillan en la noche
diáfanos…?
Cuando abriste la puerta
me brotó de las manos
una muda plegaria:
miré tus brazos
-caminaban despacio sobre el viento
que parecía besarlos-
Era gris tu vestido
mas lo llenaba de algo tu matiz
-¡era tan claro!-
Arriba de nosotros el cielo
(¡que raro
no me acuerdo si había cielo!)
abajo, el asfalto `pesado
en nosotros, tímidamente,
un deseo de abrazarnos.
Mirábamos la luz:
esa que se descubre
cuando se quiere algo.
Cuando fueron tus pasos
palomas balbuceantes
se caían las estrellas
sobre el prado
y todo parecía revolverse
en el viento
sin tocarte los brazos.
Cuando abriste la puerta
todo te lo que había dado,
tal vez por eso
mis sueños
estaban tan intactos.
PIENSO EN TI
Las montañas están plomizas
-¿defecto luminar?-
el cielo está acerado
-¿lloverá?-
y yo estoy pensando en ti…
y… ¿te amo…?
Las golondrinas
-prehistórico aeroplano-
en huida
y la nube gris
y la encarnada camelia sobre la piedra
-casi mujer de fuego-
y la calle que sube
en retorcidos muros tonsurados…
y yo sigo pensando en ti
ojos,
claras piernas,
axilas de azúcar,
cal…
y tengo que pensarte:
me nutro de un casi recuerdo
de un casi beso
de un casi coito lastimero.
Estoy en tu valle
bajo una ruinosa jacaranda.
Junto a mí, la muchacha
de cuello de alcatraz en la cintura
y ami pesar
vuelvo a tu vino de sol envejecido,
a la almendra de tu sien
y pienso más en ti, pues te creo amar
a pesar mío…
LO QUE SIENTO
Te siento aquí, en mi brazo,
durmiendo la cabeza,
mirando como brillan en tu cerebro
las libélulas
y como tus suspiros
penetran en mis venas.
Te siento aquí, a mi lado,
encima de la tierra:
mis brazos en tus hombros,
tus manos en mis manos,
mis besos pequeñuelos
en tus labios.
Asidos por los sueños
en un giro fantástico,
fundidos en un astro gigante
que nos lleva ágilmente
a todas las edades
y a todos los espacios.
Te siento aquí, en mis ojos,
bebiéndome tu luz,
anquilosando tu imagen
debajo de mis párpados,
cristalizando tus miradas
y tus gestos diáfanos
abrigándote, dulcemente,
con los ojos cerrados.
Te siento aquí, en mis labios,
el azul de tu aliento
sumergido en mis besos;
la sublime palabra detenida
en el sutil encaje de tus átomos
y tu cuerpo
milagrosamente suspendido
a mis trémulos labios.
Te siento aquí, en mis manos,
y al sentirte
parece como si todas las cosas
llegaran a ellas, palpitando.
ESTÁS AQUÍ
Miras este mismo cielo,
respiras este mismo aire,
te alimenta esta misma tierra;
estás aquí mirando
estas mismas estrellas
y caminas esta misma
calle eterna.
¡Quiero verte de cerca!
Mirarte quedamente de cerca,
oír tus pasos sobre las loas grises
que se beben tus huellas
y después, sentir tu voz
meterse en las venas.
¡Cómo te quiero ahora!
¡Todo a ti te remeda!
¡El sol parece más brillante
en tu cabeza…!
estás aquí,
pegándote a los surcos de la tierra
y soportando el peso de las horas
sobre esta calle hueca.
Se mecen entes manos
la risa y la tristeza
y tus poros exudan
el calor de la tierra.
¡Eres de sol!
de brisa,
de tiniebla
y de savia fértil de la tierra!
Te amo… tanto…
¿Cuándo?
-¡qué pregunta!-
dejaré de estar atado a tu recuerdo?
Sigues viviendo
y este vivir de ti
me viene con el viento.
¿Es que podría venir de otra manera,
digamos, con las mismas cosas del recuerdo?
No,
viene con el viento,
con ese mismo que te ciñe el cuerpo
y que corre en tus venas
con ese mismo que nos quita
en polvo los pedazos de piel
y que nos nutre de polvo
arrebatado a otra piel.
Sigues viviendo
esta vivienda tuya
vuelve a ser de este viento
cuando abres las ventanas
del cuarto de tu sueño
me llega por las mías
el olor de tu cuerpo
y es tan suave,
tan tibio
tan diáfano.
Encima de la calle tu olor
y tu cuerpo
y tu sangre
se funden con el viento
que recoge en la acera
mis pasos soñolientos
y entonces, mis pasos
van viviendo
la vida de tus cosas
que te arrebata el viento.
La calle está impetuosa,
en ella, el movimiento
ya ahí, tu carne fresca y rubia
tocada por el viento;
al respirar te siento;
al mirar este azul
dilatado del cielo
parece que tu cuerpo es azul…
¡Cómo te quiero!
A pesar que no quiero
sentirte en el recuerdo
y que trato de ignorarte
en el viento…
Si me encierro
siento allí,
en el encierro,
pedazos de tu cuerpo
y si quiero ser nuevo
me envejece tu viento
que sopla desde atrás
del recuerdo…
(Esto que sigue, bien podría ser continuación de lo anterior; sin embargo, es la continuación de un poema del que falta su primera parte:)
Te amo,
lo he dicho mil veces
en mil idiomas raros
-alarido en el viento,
en el libro,
en el lago-
Te amo,
extrañas las palabras
repiten este amor extraño:
me llegan de los planos inertes
y de los planos fecundos,
se escapan radiantes en la soledad
y me asaltan –indistintamente-
aquí, en este sitio
o en el campo…
Te amo,
todo deslía tu imagen
y sólo existes tú
como una inmersa atmósfera
prendida a todos lados.
No hay arriba ni abajo
ni objetos separados,
sólo el sueño gigante
de mi amor en tu espacio.
SOMBRAS
Este tocar las cosas
que miran en la calle sus sombras,
este pisar continuo las sombras
y este sol empeñado
en dibujar las cosas,
esta cadencia opaca
que nutre nuestras sombras
hijas de la luz
que nos retocan,
y este pensar continuo en las cosas,
es reflejo de ti
que eres sombra,
sol,
cosas.
TE QUIERO
Te quiero,
es lo único de lo que estoy consciente.
En mi, en el silencio,
remedas un eterno paisaje:
tus manos, tu cabello,
tus palabras,
tu vestido nuevo, tus ojos (esos profundos ojos
donde se pierde el viento)
tu silueta,
tu ternura infinita,
tus besos,
todo se me llega pleno
y se impregna mi ser
de tu paisaje inmenso.
Eres tú, todo lo que yo quiero.
Afuera de ti,
no hay nada…
ni espacio, ni tiempo…
martes, 1 de mayo de 2007
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1 comentario:
Apenas estoy encontrando este blog dedicado a Manuel, gran amigo de mis padres, admirado y querido, poeta que comparo e igualo al Gran Lorca. Qué maravilla de poesía y qué poquísimo, nulo caso se le hizo en la tierra que lo vio nacer. Mi padre, el pintor Jesus Escalera y Manuel, fundaron elmuseo de Arte Contemporáneo del que Manuel fue el primer director. Qué grato, emltivo nostálgico encjebtro con sus letras. Gracias.
Itzíhuappe Escalera
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